Ayer fue el Día Internacional del Café, y yo sin saberlo :(
¡Con lo que me gusta a mí el café!
Y es que este blog se lo debo en parte a él. Todas las tardes me concedo un ratito para tomarme mi café tranquilamente después del trabajo y distraerme con lo que me gusta. Es mi momento relax :)
Así fue como me aficioné a los blogs de cocina.
Aunque tengo que reconocer que mi relación con el café no empezó muy bien.
La primera vez que lo probé me supo a rayos. Era yo una niña, y estando de acampada con mis padres no se me ocurrió otra cosa que coger el termo y pegar un sorbo. No pude elegir otro momento peor. Encima era café solo. Me imagino la cara de disgusto que puse.
Así que tal fue la experiencia que no quise saber nada más de él hasta que llegué a la universidad. Fue entonces cuando pasó de ser un aliado de las noches de estudio a convertirse en un must en mi vida :)
Me gusta pensar que el café es mucho más que una simple bebida. Es la excusa perfecta para sentarse y charlar con los amigos, con tu pareja, con los compañeros de trabajo; el mejor acompañamiento para las tardes de risas y confidencias con una amiga; el broche final a una cena perfecta; la energía mañanera con la que harás frente al día, el preludio de una buena sobremesa...Casi sin darnos cuenta, el café forma parte de nuestras vidas de un modo u otro.
Y a vosotros, ¿os gusta el café tanto como a mí?
Bueno, y después de esto, ¿cómo os presento yo la receta de hoy que nada tiene que ver con el café? Jajaja, pues así, de golpe y sin previo aviso, pero ya veréis como no importa porque el plato que os traigo os va a encantar :D